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29/05/2011
Ángulo
Barcelona Campeón

Tiki-Tiki para todos

Preceptos filosóficos del mejor equipo de toda la historia.

Hay dos estilos, dos maneras. Con el Barcelona de Guardiola volvimos a acostumbrarnos a aquella antigua antinomia futbolera de los cafés, ascensores y oficinas. Dos veredas, dos posturas. Por un lado el fútbol lírico, romántico; por el otro, el resultadista, el pragmático. Dos miradas, dos filosofías diferentes.

Antes de Xavi, Iniesta, Messi y demás todos habíamos acordado que, si había una evolución en este maravilloso deporte, ya había llegado a su fase final, a una suerte de tercera vía futbolística en la que ya no estaba en discusión la formación del 4-4-2 con sus posibles variantes en el 3-5-2 o 4-5-1. Como en la era del fútbol superprofesional lo que importa es ganar siempre, imponiendo el resultado por sobre el rendimiento, quedó establecido como predominio táctico que había que reforzar el mediocampo y que el desequilibrio de ese orden recaía en algunas individualidades dentro de un funcionamiento colectivo conservador, pero que no incluía la tenencia de la pelota como idea central. 

Pero a partir de este maravilloso equipo de Barcelona, se relativizan los valores establecidos por el simbólico 4-4-2 y se enaltece el rendimiento por sobre el resultado a partir de la idea de un mediocampo también seguro, pero con la diferencia abismal de que con la tenencia de la pelota de manera colectiva, cualquiera puede convertirse en la individualidad que puede desequilibrar el orden táctico rival y marcar el gol. Es tan maravilloso que todos, incluidos los jugadores rivales, vemos cómo el gol de Barcelona va a llegar en cualquier momento, por decantación. 

Si alguien debe llevarse los créditos de este neolirismo del fútbol, además de los jugadores, es Guardiola. Su manera de ver el fútbol,  privilegiando el rendimiento por sobre el resultado, lo ha puesto en vencedor del debate histórico respecto de las dos filosofías futbolísticas. Ha derrotado a todos, pero sobre todo a Mourinho y a Ferguson, alcanzando finalmente su podio. Otro mérito de Guardiola es el de convencer a estas actuales megaestrellas que lo primero y principal es el conjunto, el equipo, lo colectivo, la solidaridad de los roles, etc, algo muy difícil de lograr en deportes de equipo. 

Sin embargo, Guardiola no ha inventado nada. No hace más que revitalizar con el denominado tiki-tiki la antigua noción del fútbol total de la Holanda de 1974, o su antecesor natural, el Brasil del Mundial de México ’70, y aún más atrás el gran equipo de Hungría del Mundial de 1954. Pero lo que sí ha logrado Guardiola es recuperar para los suyos, nada menos que la victoria, la confirmación de que es posible ubicar antes al rendimiento que al resultado. Y ha logrado ganar. Porque no olvidemos que tanto la Hungría de Ferenc Puskas del ’54 como la Holanda de Johan Cryff del ’74 perdieron en la final, justamente ante sendos equipos alemanes resultadistas y pragmáticos. Pero Barcelona confirma ahora el éxito del Brasil de Pelé de 1970 en selecciones y del Ajax de Holanda, donde jugaba Cruyff, de principios de la década del ’70 en equipos, que fue la base de la selección de su país en el Mundial ’74. Y en Argentina tuvimos el caso de Huracán de 1973.

El triunfo del Barcelona contra el Manchester United se dio porque los ingleses no pudieron imponer su juego, más vertical, más práctico. El Barcelona no los dejó. Y cuando tuvieron que afilar sus marcas no supieron como hacerlo. Pero, además, cometieron el imperdonable error de dejar demasiado libre a Messi, con una marca en zona muy débil. Un error difícil de entender a este nivel. A Messi hay que marcarlo bien porque es un jugador que tiene una aceleración diferente.

Esas son razones tácticas. Pero, ¿por qué razón de fondo Barcelona se quedó con la victoria, en este duelo de fuerzas, de estilos, de filosofías futbolísticas que hay detrás? Tal vez la mejor respuesta esté en el rostro de Lionel Messi cuando fue a festejar su gol a un costado de la cancha y una de las cámaras de televisión lo tomó de frente. Eran más los gestos de un boxeador que de un futbolista, después de haber noqueado a su rival para ir a festejarlo en su rincón. O, tal vez, la respuesta la tenga aquel viejo entrenador del Ajax de Holanda de los años setenta, el rumano Stefan Kovacs, uno de los  inventores del fútbol total, a quien le preguntaron por qué Alemania le había ganado a Holanda en la final de 1974 siendo que La Naranja Mecánica era un equipo muy superior. Y Kovacs respondió que en el fútbol de alto nivel, cómo se juega en una final internacional, lo que marca la diferencia en realidad es la solidaridad, la abnegación que pueda tener un equipo para vencer, y remarcó que aquella Alemania del ’74 estaba conformada por grandes campeones que jugaban en su mayoría en el Bayern Munich que habían disputado varios duelos por la Copa de Europa contra el Ajax, y que en sus almas llevaban consigo una bravura tal que fue lo que en realidad los condujo a alcanzar la victoria ante los holandeses.

Julián González