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07/07/2009
Contrapunto
Lo que dejó el Clausura

Con honestidad, también se gana

Vélez ganó porque fue fiel a su propuesta, solidario y trabajador

Debo ser muy honesto, porque voy a exigir lo mismo desde esta columna. Soy hincha de Vélez y este domingo estuve en la popular, con mis dos hijos, vibrando, sufriendo, esquivando piedras y rollitos de papel y, por sobre todo, disfrutando de un equipo que fue honesto todo el semestre. Honesto, pero además fiel a la propuesta, solidario con el equipo y con el juego, trabajador en la semana y en los partidos.

La instalación de Huracán como equipo del pueblo no fue una casualidad. Fue una causalidad. El periodismo deportivo en la Argentina está metido hace muchos años en una interna tonta y perimida. Lo que es peor, los jóvenes periodistas se dejaron arrastrar mansamente a esa interna. Y, contradictoriamente, desde esa docilidad defienden la rebeldía. Los viejos son patéticos por anacrónicos y los jóvenes, por cobardes.

Vélez fue honesto. ¿El periodismo lo es? La palabra justicia sobrevoló demasiado las crónicas deportivas estos días. Le cayeron a Brazenas por sus errores. Los mismos que armaron una nota inventada a partir de un photoshop sin chequear las fuentes, le cayeron al árbitro con la impúdica espada de la verdad. ¡Por Dios!

Ni hablar de los otros, los que publican notas copiadas de otros medios o bajan la cabeza cuando su propia empresa les impide publicar informaciones que puedan entorpecer los negocios de su compañía con la camorra enquistada en la calle Viamonte. O cuando se hicieron los distraídos tras los masivos despidos de más de 100 periodistas en 2001.

Vélez fue honesto. Cometió errores, claro que sí. Nada tenía que hacer la cúpula de la barra en los festejos. Raúl Gámez, el ex presidente, tuvo que personalmente , con su cuerpo, frenarlos, para evitar alguna agresión en la zona de vestuarios. De eso se puede hablar. ¿De la ley Nación de Medios no? ¿De los contratos del fútbol y la televisión, tampoco?

Es fácil indignarse por los errores en un partido de fútbol. Acaso, si como propone el bueno de Ángel --lástima que te sometiste a ese llorón raid mediático, me caés más simpático cuando llevás a tus jugadores al Museo de la Memoria-- el fútbol es un juego, todo sería más fácil. Si volviésemos a creer que el fútbol es un juego, no nos matarían a los pibes yendo a la cancha, como a Emiliano, o no se repartirían el negocio a los tiros como los conocidos casos de River (Acro), Boca (Abuelo, uruguayo Richard, y más) y tu propio Huracán, Cappa. No te escuché indignarte tanto porque la gente de tu club se reparta el negocio del pueblo a tiros. Eso también debería indignarte.

Vélez fue honesto. No le pidió a Larrivey que fuera para atrás. Soportó que el arquerito Monzón hiciera tiempo desde el minuto uno.  Y fue fiel a su juego. Huracán no supo jugar ese partido. Huracán necesita la pelota para jugar y Vélez se la escondió, pero no en el minuto 42 del segundo tiempo, se la escondió en la valentía del Chapa Zapata para pedirla siempre, en la de Maxi Moralez para meterse abajo, literalmente, de Bolatti sin desaparecer, en la del Roro López que siguió jugando a pesar de haber errado un penal que quizás hubiera apagado toda esta telenovela.

Es probable que Huracán quede en la historia. Lástima que los que la escriben no defiendan al pueblo futbolero, sino a los que se llenan los bolsillos con el negocio. Sin dudas, me quedo con la honestidad de Vélez.

Gustavo Bruzos

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